RIO MIÑO

Sábado 12 de noviembre, 9.30 de la noche, llevamos algunos años siendo clientes de este lugar, pero en mi vida me habían tratado de la manera que lo hizo el supuesto jefe, al menos así nos lo dejó ver, Sí¡¡¡, el que entrega los números, ese señor, “o lo que sea” prepotente y mal educado y añádele todos los calificativos peyorativos que se te ocurran. Llegamos al restaurante, en el pasillo no hay nadie y nos da un número para que esperemos “cosa normal”, hasta aquí no hay problema y esperamos a ser atendidos, llega otra pareja y también les da número “sin problema”. Llaman para que pase una mesa de 10, “me parece genial”, pero después de esa mesa, en lugar de llamarnos a nosotros llama a la pareja que había llegado después, le decimos al de los números que nosotros tenemos el número anterior y nos dice palabras textuales y delante de todo el mundo. “Haber, esos son quienes son” con voz de risita, “en mi casa adelanto a quién me da la gana que para eso es mi casa y el que no lo acepte ya sabe puerta” después de quedarnos boquiabiertos por la contestación del señor, empezamos a discutir y cogimos la puerta para no volver nunca más. Este tipo de gentuza que se cree que lo saben todo se puede meter sus buey de mar, cigalas, langostinos, etc., por el mismísimo ano hasta que le coman las tripas y sangre por el mismo y perdonar por la expresión pero nos jorobó el fin de semana. Creo que un profesional tiene que tener más tablas cuando trata con sus clientes, Afortunadamente, Madrid es muy grande y siempre hay sitios, pero sólo uno para no volver.