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Mi marido y yo salimos casi todos los fines de semana a cenar desde antes de casarnos, y este año vamos ya por el 20 aniversario, así que os podéis imaginar la cantidad de restaurantes por los que hemos pasado, y es la primera vez que me marcho de uno sin cenar, en concreto TATEL. •#TatelMadrid @tatelrestaurants #norecomendable
Mi marido quiso darme una sorpresa y reservó en TATEL, restaurante que sabía que me apetecía conocer, para cenar este sábado. Solo había hueco para las 23:15 y como en mi casa me han educado muy bien a las 23:10 estábamos en la puerta.
Una amable señorita, porque eso hay que reconocérselo, todas ellas son muy amables, nos indicó que en breve nuestra mesa estaría disponible y que esperásemos mientras tanto en la barra, tomando algo. Y allí nos dirigimos preguntándonos porque le estaría gritando cual hiena una futura comensal ....
Pedimos un tinto de verano, por aquello que todavía no se ha acabado la temporada, y empezamos la espera. Al principio todo iba bien pero cada vez se agolpaba más gente en la barra empezando a hacer un poco incómoda la situación. ¿Cómo crees que van a dar con nosotros cuando nuestra mesa esté libre? A lo mejor pasa un botones con el nombre como en los hoteles de cinco estrellas ?. No era un botones, era una amable señorita que se iba acercando a los grupos afortunados y se los llevaba hacia el paraíso de las mesas.
Qué raro que ya van tres parejas que llegaron después que nosotros y ya se han ido a cenar. Como ya son las 23:45, y hemos dejado un considerado margen de espera, voy a preguntar. Y educadamente le pregunté qué cuanto quedaba para nuestra mesa ya que habíamos visto como pasaba gente que había llegado más tarde. La siguiente es la suya: fue la amable respuesta.
Y de vuelta a la barra con el culín del tinto de verano ya aguado pero eso sí, muy entretenidos viendo a un grupo rellenando la hoja de reclamaciones y a unos cuantos detrás, no sé si jaleando o haciendo cola para esperar su turno (también hay que esperar para este menester en este restaurante de moda).
Las 00:00, y como Cenicienta, después de ver pasar por delante nuestro, de nuevo, a dos parejas más, decidimos irnos a casa. Sorpresa!! Cuando se lo decimos a la de la entrada, y ano tan educadamente pero sin llegar a los niveles de hiena que habíamos visto en otros comensales, misteriosamente nuestra mesa ya está preparada ... pero la magia se había acabado y nuestra carroza ya se había convertido en calabaza así que nos fuimos a casa.
No acabo de entender porque TATEL está de moda, la atención fue nefasta, el tinto de verano con el que deleitamos nuestra espera amontonados en la barra junto con otros 100 incautos no estaba nada bueno y la comida que pasaba por delante de nuestras narices y que acababa en las mesas del alrededor nuestro (pobre el que le toque una de estas mesas porque tendrá encima a todos los que esperan para el siguiente turno) no tenía muy buen aspecto: la carne reseca y las patatas fritas crudas.
He trabajado como Directora de RRHH en una conocida empresa de hostelería y el mantra que no nos cansábamos de transmitir a nuestros empleados en los cursos de formación en: el CLIENTE es lo primero.
¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué nos encontramos con restaurantes que maltratan a su cliente y además están llenos? ¿Os ha pasado alguna vez algo similar?