Restaurante Dray Martina en la calle Argensola de Madrid

Dray Martina, el primero de su clase

Decimos de Dray Martina que es el primero de su clase no por ser pionero en territorios desconocidos hasta ahora, que no lo es, y sí por ser el alumno más aventajado de una nueva (¿?) clase de negocios hosteleros que de alguna manera comparten la misma esencia, aunque en los detalles puedan parecer diferentes o incluso opuestos entre sí. Y pensándolo mejor, si atiendes bien a la esencia al final te das cuenta que en realidad son la interpretación postmoderna de nuestros queridos bares de toda la vida, esos que están abiertos desde primera hora de la mañana y que echan el cierre cuando el último vecino sube a casa. Son estos los bares que pese a la sentimental (algo interesada y bastante tramposa también), defensa que hace la Chispa de la Vida en este vídeo, van desapareciendo para hacer hueco a los nuevos drays martinas que llegan avasallando.

Son gastrobares, gastrotabernas, neorestaurantes, ultra garitos, restobares o cualquier otro neo concepto que puedar ocurrírsele a alguien, que tienen en común su amplio horario de atención, dispuestos siempre a recibir con el producto adecuado en cada momento. Esa es otra característica: abrumadora oferta gastronómica a precios no baratos pero sí asumibles, desde un té de cualquier color pasando por un relajante café au lait (…), esos cronuts, cup cakes y tartas irresistibles, tartares, ensaladas de canónigos y berros, bagels, sandwiches y, claro, una o varias hamburguesas de carne ecológica de cualquier valle con D.O. Por supuesto cervezas de importación o artesanales junto a ginebras y vodkas con muchísimos botánicos.

Y llegamos a otro rasgo definitorio: interiorismo de revista de decoración. Todos los negocios qua aparecen en esta lista son verdaderamente bonitos, con presencia de materiales nobles (ni un azulejo) mezclados, siendo imprescindible la presencia de más madera (es la guerra!), colores rotos, mobiliario vintage e industrial combinados con gusto y displicencia. Distintos ambientes a juego con el apuesto personal, de remotas procedencias y vocaciones alternativas.

En definitva estos restobares del Siglo XXI proporcionan un envoltorio distinto para atender las necesidades de un público urbano que ha cambiado y ya casi no juega al mus pero necesita una conexión wifi como el comer.

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