La Tajada es el nuevo restaurante de Iván Sáez, un cocinero bien conocido por los aficionados a la buena mesa en Madrid por su trabajo en distintos restaurantes de categoría y que desde hace cinco años triunfa en Desencaja con una propuesta personal y con cierto riesgo. A comienzos del pasado verano Iván inició este nuevo proyecto que es La Tajada, un buen complemento para su restaurante gastronómico ya que se trata de una propuesta accesible y desenfadada con la que llegar a un público que difícilmente visitará el restaurante «serio» de Sáez.
Está situado a escasos metros de la casa madre, a la vuelta de la esquina para entendernos, en un local sin demasiado encanto al que se accede después de descender por unas escaleras. Se trata de un espacio diáfano en el que se distribuyen mesas altas junto a las tradicionales mesas bajas, contando además con una amplia barra que recorre la zona posterior del local. La decoración es austera y funcional, con predominio del hormigón y unas estética claramente industrial. Efectivamente no es uno de los restaurantes más bonitos de Madrid, y tampoco lo pretende.
La Tajada es un restaurante de diario, sencillo y asequible que representa perfectamente a ese nuevo tipo de negocios que poco a poco van sustituyendo a los tradicionales restaurantes de barrio, en los que lo mismo desayunabas que te tomabas una cerveza antes de volver a casa después del trabajo. Abre a las 8 de la mañana con una sólida oferta de desayunos «ilustrados» para seguir con el aperitivo -buenos pinchos- y después sentarse a comer, a la carta o recurrir a su menú del día por 12,80 €.
Nuestra visita fue por la noche y lo cierto es que cenamos francamente bien, con algunos de los platos que pedimos realmente deliciosos y alguno poco más que correcto. Entre los primeros no podemos olvidar unas alitas de pollo deshuesadas, ligeramente picantes y muy sabrosas, o un steak tartar de solomillo simplemente impresionante. También eran estupendas las croquetas de jamón (abundantísima ración por 10 €) y muy recomendables los buñuelos de bacalao. Correctos los chipirones en su tinta y mejor olvidar unas anchoas con piparras sin mérito alguno. En el apartado postres tres cuartos de lo mismo, una torrija más que decente frente a una tarta de queso con frutos rojos sin interés alguno.




En líneas generales La Tajada nos gustó, no por ser un restaurante excelente, sino por su favorable relación calidad/precio, por su servicio amable y diligente y por el buen ambiente que allí encontramos. Para nosotros un notable alto que le convierte en una dirección a tener en cuenta por la zona norte de Madrid.