A pesar de todas las penas y miserias que llevamos viviendo desde marzo del año pasado no hay pandemia que pueda con el aguerrido sector hostelero madrileño, que aunque ha sufrido, está sufriendo y sin duda sufrirá bajas sensibles, ha mantenido el tipo (ahora se dice resiliencia) durante este año espantoso y comienza a mostrar esperanzadores signos de recuperación en forma de nuevas aperturas, algunas de ellas recientes o recentísimas.
Vamos allá: a la numerosa representación de establecimientos italianos establecidos en torno a la Plaza de Chamberí (Mercato Ballaró, DOC Enoteca Italiana, Trattoria Da Alfredo, Bastardi, Fellina, Da Giuseppina..) se une Bello e BBuono con la propuesta de cocina napolitana sofisticada del cocinero Carmine Bavuso. Para ir más allá de la pasta y la pizza.
Cruzando el Paseo de Recoletos se encuentra Cadaqués, nueva marca del Grupo Sagardi con la que se distancia del encasillamiento en la cocina vasca a la que estábamos acostumbrados. En este estupendo local de la calle Jorge Juan ofrece cocina mediterránea y ampurdanesa con espléndidos arroces como argumento de peso para visitarlo.
Del será por dinero de Cadaqués pasamos a la serena modestia de Casa Espumosa, el bar de toda la vida que acaban de abrir en Clara del Rey los propietarios de Taberna Pedraza. Cañas, bocatas, raciones y pinchos de tortilla, nada extraordinario ni pólvora descubierta pero todo delicioso y con calidad. Zona de avituallamiento en Prosperidad.
Cokima en Andrés Mellado acaba de abrir y ya recibe los parabienes de la crítica especializada. Una casa de comidas moderna en la que Daniel Esteban (ha pasado por Mugaritz, ojo) practica una cocina atractiva, divertida y asequible, que no está el horno para bollos.
El Grupo Carbón Negro presenta dos novedades, La Fonda Lironda en la calle Génova y El Castizo de Velázquez en, sí, efectivamente, la calle Velázquez. Como en sus otros restaurantes ofrecen calidad y buen hacer, contando siempre con profesionales excelentes que marcan la diferencia respecto a otros grupos hosteleros de Madrid. A buen entendedor pocas palabras bastan.
El Grupo Cañadío también destaca por estar abonado al éxito, y como muestra de ello bien vale La Maruca de Castellana, un clon del restaurante de Velázquez que tantas alegrías ha reportado, y reporta, a sus encantadores propietarios. Cocina sin complicaciones y que difícilmente disgusta a nadie. Para ir sobre seguro en un local estupendo junto a la Plaza de Castilla.
Ya vamos terminando. Con Nado el cocinero gallego Iván Domínguez vuelve a Madrid después de haber dejado el mejor sabor de boca en su paso por Alabaster y Arallo Taberna. Ahora abre esta sucursal del restaurante coruñés del mismo nombre en un semisótano de la calle Prim sencillo y elegante. Mesas corridas y austeridad espartana para degustar sabores auténticos de la cocina gallega.
Tatema es el último de los recién llegados a Madrid, un local modesto en Lavapiés en el que el cocinero argentino Lucho Fasciolo (también jefe de cocina de Sacha) propone mestizaje, fusión y todo eso que ya nos han contado otras veces, pero en bueno de verdad y a precios adecuados para la que se nos viene encima. Hablan maravillas de sus platos de verduras y sus asados.
Y ya está, según vayan llegando más restaurantes lo iremos contando aquí, pero de momento dejamos suficientes deberes para los inquietos paladares madrileños. ¡Hasta la próxima!