Llegamos a Madrid a las 15:30h, estábamos muertas de hambre y nos metimos en el primer sitio que vimos bien de precio, era el restaurante el Barógrafo, me comí un plato de cocido que resucitaba a los muertos. Estuvimos tres dias en la capital y siempre desayunos, comidas y cenas en el mismo sitio. En resumen, por un módico precio comimos de maravilla, pero lo más importante fué el trato recibido, gente muy amable que nos hizo sentir como en casa. Siempre que vaya a Madrid, ya sé dónde comer.