Para quienes califiquen a Madrid de poblachón manchego presentamos el argumento definitivo para silenciar a los envidiosos y/o ingratos: tenemos hasta restaurantes pop up, tan trendies (o hipsters, según gustos) como aquellos que surgen, espontáneos y libres, en grandes capitales europeas como Barcelona, París o Londres. Es un orgullo recoger en este humilde rincón el inicio de operaciones de The Patio, un pop up restaurant que desde el pasado 7 de junio y con fecha de caducidad fijada el 15 de octubre presenta una original oferta comercial y gastronómica en el emblemático Palacio de Santa Bárbara, un edificio fantástico que por sí solo merece la visita.
En lo que a la intendencia se refiere, Magasand ha sido comisionado para proveer de buenos sandwiches, bagels, ensaladas y cremas, mientras que El Viajero se hace cargo de zumos, tropicocos, cócteles y asimilados, además de formar parte de la comisión organizadora. Para disfrutar de la combinación se habilita un patio (the) totalmente agradable, con sus sombras, coloridas sillas, alfombras, plantas y estanques. El conjunto no puede ser más logrado. Va a haber bofetadas en estas noches de verano….
Para redondear la propuesta y asegurarse el éxito, los organizadores del cotarro han llenado los salones de palacio con objetos a la venta de lo más heterogéneos y diversos, con el único denominador común de resultar, al menos bajo nuestro punto de vista, de lo más apetecibles y tentadores. Enumerarlos a todos sería agotador, pero a modo de resumen, se pueden encontrar camietas de Paco Pintón (difícil elegir…), vajillas y textiles de Chichinabo Inc. (espectaculares), etéreos y muy originales panuelos de Su Turno, los preciosos sombreros de Yellow & Stone o las omnipresentes lámparas de Álvaro Catalán de Ocón.
Todo muy apetecible e incentivador, ¿verdad?. Nosotros vamos terminando, nos montamos en las bicis y para allá que nos vamos.
Trato lamentable, camareros y encargado estúpidos y prepotentes. Después de esperar 45 minutos por una mesa, casualmente al sentarnos nos levantan porque estaba reservada «para una socia». Decidmos darle una segunda oportunidad, y ocurre lo mismo. Mojito difícil de beber a 10 €. Un sitio «de moda» con cuatro sillas de colores y una tela roída a modo sombrilla. Nada que ver con Ibiza. Un local más con pretensiones de ser «cool».